miércoles, 13 de marzo de 2013

EL PAPADO Y LA MUJER

Hoy hemos asistido desde nuestras casas, desde nuestras calles a la elección de la plaza que había quedado vacante de un sumo pontífice. Después de unas 4 o 5 fumatas negras, por fin salió elegido un cardenal argentino llamado Bergoglio, que a partir de ahora adoptará el nombre de Francisco I. Hay que destacar de este papa que es sudamericano y jesuita, cosa en exclusiva de su liderazgo al frente de la Iglesia Católica. Tiene mucho trabajo por delante y deberá saber dar respuesta a las demandas no sólo de los católicos, sino también de la sociedad. La Iglesia se ha de modernizar. Si no, caerá poco a poco en un desuso que llevará a su prácticamente inevitable extinción. He de advertir antes de que no soy católico, ni creo en Dios, por ello me voy a tomar la ligereza y la libertad, dentro del respeto mutuo, de opinar sobre el papado y la mujer, como muy bien indica el título de mi entrada.

En los últimos años hemos visto que hay gentes alrededor de todo el mundo que piden un papel principal, en primera línea de la mujer en la Iglesia y que pueda optar a altos cargos eclesiásticos, como cardenal, obispo, e incluso que pueda llegar a ser la líder de la Iglesia en el estado del Vaticano. Mientras en otros ámbitos se ha conseguido una cierta igualdad entre hombres y mujeres, la Iglesia actual sigue obcecada en que el líder de la Iglesia sólo puede ser un hombre, nunca una mujer, lo que ha llevado a muchos sectores femeninos a una razonable y explicada animadversión hacia esta institución. La mujer, como ser humano también ha de tener las mismas oportunidades que el hombre. ¿O una mujer no puede gobernar también y hacerlo bien? Es más, yo creo que lo haría incluso mejor. No sé por qué. Un gran ejemplo de mujeres que han llegado a lo más alto lo tenemos en Alemania, donde Angela Merkel es la canciller, la jefa del gobierno y a su país no le va nada mal. Otro lo tenemos en figuras científicas como Marie Curie o Rosalind Franklin, las más destacadas del siglo XIX y XX. O en arte a Frida Kahlo, en literatura, Cristina de Pisano en el campo de de la escritura, entre otras muchas mujeres extraordinarias de todos los tiempos.

Al igual que en los partidos políticos hay fases en que hay que progresar e iniciar un nuevo ideario que se adapte a la coyuntura social del momento, lo que se suele llamar regeneración democrática, la Iglesia, que tanto se mete en política y no sé por qué, ciertamente, debería hacer lo mismo que hacen ellos. No puede intentar anclarse en el pasado que un día le perteneció, sino que puede y debe prosperar hacia la igualdad en su seno. No hemos de obviar el hecho de que si no hubiese sido por el vientre, supuestamente, de María, el cristianismo y, ergo, la religión católica, apostólica y romana no habría jamás existido. La mujer es importante. Es más, la Iglesia católica es un sintagma nominal femenino, al igual que los vocablos oración y fe... Curioso, ¿no?. Está más que claro que la Iglesia católica seguirá en sus trece durante mucho tiempo y no verá esa realidad que tanto preocupa a muchos sectores. La Iglesia se ha de regenerar ya mismo. Al nuevo Papa no le ha de temblar la mano si quiere hacer cambios. Se ha de enfrentar a toda esa curia rancia y retrógrada para modernizar la Iglesia y a la mujer se le ha de dar un papel importante y vital. Porque según tengo entendido, hubo una vez una mujer, que vestida de hombre y con grandes dotes tanto intelectuales como artísticas llegó a ser Papisa de la Iglesia católica, episodio que los grandes de la Iglesia se han empeñado en borrar impetuosamente del mapa. ¿Cuántas mujeres excelentes habrá en este mundo que tengan proyectos esperanzadores para una cúpula que cada día pierde más adeptos?


IMAGEN: LA PAPISA JUANA, PELÍCULA DE CARÁCTER HISTÓRICO. 

Espero que os haya gustado la entrada. Y disfrutad, como siempre, pensando y cuestionándolo todo. 

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